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6. 9:1
Largas caminatas hicieron sus discípulos junto con Jesús. Al leer la Biblia, la Palabra de Dios, uno puede caminar con ellos a través de todo el territorio de Israel. Uno podría envidiarlos. Estaban presentes cuando Jesús, su maestro, sanaba enfermos, cuando hablaba de su padre celestial, cuando calmaba la tormenta con una palabra.
En el evangelio de Lucas dice que caminaban con Jesús por un camino rural y llegaron a una aldea en la frontera entre Samaria y Galilea.
Leprosos: "¡Jesús, querido Señor, ayúdanos!"
Así gritaban allá 10 hombres cuando habían reconocido a Jesús. Al acercarse los discípulos vieron que tenían lepra. Una enfermedad terrible que comienza con manchas en la piel y poco a poco se pudren dedos, pies y brazos y se caen.
Los leprosos debían vivir en cuevas a la intemperie, expulsados de la comunidad. Por el peligro de contagio no podían tener contacto con nadie. Cualquiera los esquivaba, pero lejos. Pero Jesús no.
Leprosos: "¡Jesús, ayúdanos!"
Jesús: "Vayan, y preséntense a los sacerdotes."
Con esas palabras Jesús los mandaba a los que hacían las reuniones religiosas y al mismo tiempo eran algo así como una oficina de salud. El sacerdote era el único que podía diagnosticar si alguien tenía lepra o estaba sano.
Sin dudar ni demorarse los hombres fueron a ver al sacerdote. Y mientras caminaban de golpe se dieron cuenta:
Leprosos: "¡Fuimos sanados! Nuestra piel se ve bien y sana como antes de enfermarnos."
Uno de los 10 inmediatamente se dio vuelta y corrió hacia Jesús. Cuando lo alcanzó se arrodilló delante de Él:
Leproso: "Gracias, Señor, por sanarme. Muchas gracias."
Jesús miró a ese hombre tan feliz y preguntó asombrado:
Jesús: "¿No se sanaron 10? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Sólo uno volvió para agradecerme?"
Si, solamente uno. Uno agradeció.
¿Y tú? ¿Qué le podrías agradecer hoy a Jesús?
Personajes: Relator, leprosos, Jesús
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