Home -- Spanish-ES – Perform a PLAY -- 135 (The schedule 3)
135. La multa 3
(ruido de tráfico)
Niño: "3ª parte de la autoescuela para la vida: la multa."
(ruido de festejo)
Se celebraba la victoria. No habían usado ningún arma. Cuando los sacerdotes tocaron las trompetas y el pueblo de Israel gritó, Dios hizo caer los muros.
Dios estaba de su lado y los israelitas estaban a punto de conquistar todo el país. Los vencedores estaban en pleno festejo. Pero uno de ellos se fue a hurtadillas a su tienda. Había infringido deliberadamente una clara señal de prohibición de Dios.
Dios dijo: "No temáis. La ciudad está en vuestras manos. Pero cumplid mis órdenes. Nadie debe tomar nada como botín de guerra."
Dios habla en serio cuando da sus mandamientos. Pero Acán no lo tomó tan en serio.
Acán: "¿Qué es lo que ven mis ojos bajo los escombros de Jericó? ¡Un hermosísimo abrigo babilónico! ¡Oro y plata! No lo puedo dejar tirado ahí. Además nadie me ve."
Pero lo que ningún radar registró, lo grabó la videocámara de Dios. Los ojos de Dios siguieron a Acán hasta su tienda, donde enterró su botín.
Entonces llegó el momento de conquistar la próxima ciudad. Los espías trajeron buenas noticias.
Espía: "Josué, Hai es una ciudad pequeña. 3000 soldados la conquistarán sin esfuerzo."
Pero los soldados volvieron vencidos. 36 hombres murieron durante la huída. Josué clamó a Dios.
Josué: "Por favor, Señor, ¿por qué ha pasado esto? ¿Por qué no nos has ayudado?"
Dios contestó: "Vosotros tenéis la culpa. Vosotros habéis robado. Arreglad ese asunto y entonces os ayudaré de nuevo."
Todo salió a la luz. Acán confesó lo que había hecho. Uno pecó y todos tuvieron que sufrir las consecuencias.
Es como si uno cruza el semáforo en rojo y otros pierden la vida en el accidente. Las infracciones de tráfico se pagan con dinero, pero cuando infringimos los mandamientos de Dios, no se puede hacer nada con dinero. El Dios justo exige la pena de muerte por desobedecer sus mandamientos. Acán murió apedreado en el valle de la desgracia.
Y ahora ¡escucha bien! El Dios justo al mismo tiempo es un Dios de amor, de mucho amor. El castigo que tú y yo merecemos, Jesús lo sufrió en la cruz. Si crees que Jesús murió por tus pecados y resucitó, entonces Dios rompe tu multa en pedazos.
Personajes: Relator, niño, voz de Dios, Acán, espía, Josué
© Copyright: CEF Germany